Porque en ronda se sentaron los primeros hombres, alrededor del fuego, durante la noche para ahuyentar el frío, las sombras y el miedo. Porque las más antiguas danzas se bailaron en ronda. Porque entre los juegos de la niñez siempre hubo rondas, que ejecutamos con la absoluta seriedad y compromiso de lo lúdico y toda la energía que estalla en una carcajada. Porque la ronda está constantemente completa, en tanto estén en ella todos los que quieran jugar, sin importar si son muchos… o unos pocos. Porque la ronda permite que todos nos miremos a los ojos como los que comparten la comida alrededor de la mesa.

Porque “de ronda» sale la luna, el sol…y los serenateros». Porque la ronda es circular, y el círculo puede generar, si se repite hasta el infinito las tres dimensiones de la esfera. Y esféricos son los planetas y la pompa de jabón, la naranja y los satélites, las estrellas y la pelota. Porque en la ronda nos damos las manos, es decir el corazón, el afecto y la confianza. Porque la ronda no es ronda sí no hay un compartir. Porque cuando escuchamos un cuento o lo contamos, sin importar las circunstancias de lugar, de espacio, siempre, siempre… configuramos una RONDA.